Omraam Mikhael
Aivanhov
En realidad, el método más eficaz para renovar la materia de
vuestro organismo, consiste en saber trabajar con el sol; os explicaré como.
Todas las mañanas estáis ante el sol que envía por todas
partes al espacio partículas luminosas de una gran pureza.
¿Qué os impide concentraros para arrojar de vuestro ser
físico y psíquico las viejas partículas usadas, apagadas, enfermas y
reemplazarlas por esas nuevas partículas que vienen del sol?
Este es un ejercicio de los más útiles que podéis hacer a la
salida del sol:
Con vuestro pensamiento, vuestra imaginación, intentad tomar
partículas divinas e introducidlas en vosotros... De esta forma, poco a poco
iréis regenerando la materia de vuestro ser; gracias al sol, pensaréis y
actuaréis como un Hijo de Dios.
La enfermedad no es otra cosa que una acumulación en el organismo de materias extrañas, y para curaros, debéis expulsarlas. Este es el verdadero concepto de la salud: ¡la limpieza! Si es tan importante el saber recoger, por la mañana, las partículas que nos aporta el sol, es porque son las únicas que no producirán en nosotros ninguna aglomeración, ninguna impureza.
Todo lo que coméis, bebéis, respiráis, deja siempre algún
residuo, fatalmente. Sólo los rayos del sol están hechos de una materia que no
deja residuos. Por eso tenemos que aprender a nutrirnos con este elemento
superior que es la luz.
Esto es algo nuevo. Los humanos están habituados a nutrirse solamente con alimentos sólidos, líquidos o gaseosos, pero ¿qué hacen con el cuarto elemento, el fuego, la luz? Poca cosa o nada. No saben alimentarse de luz, la cual sin embargo les es más necesaria que el aire. Por eso toda esa gente que nos crítica y nos ridiculiza cuando vamos por la mañana a la salida del sol, muestran su ignorancia e incluso diría que están embrutecidos.
Esto es algo nuevo. Los humanos están habituados a nutrirse solamente con alimentos sólidos, líquidos o gaseosos, pero ¿qué hacen con el cuarto elemento, el fuego, la luz? Poca cosa o nada. No saben alimentarse de luz, la cual sin embargo les es más necesaria que el aire. Por eso toda esa gente que nos crítica y nos ridiculiza cuando vamos por la mañana a la salida del sol, muestran su ignorancia e incluso diría que están embrutecidos.
Asistimos a la salida del sol para alimentamos de luz y en
lugar de reírse de nosotros, tendrían que hacer lo mismo.
El hombre necesita alimentarse de luz para nutrir su cerebro.
¡El cerebro también quiere comer!... Y la luz es su alimento: esta despierta en
el hombre las facultades que permiten al hombre penetrar en el mundo espiritual.
Mientras el hombre se contente con alimentar el cerebro de partículas sólidas,
líquidas o gaseosas, que no son las que necesita, estará muy limitado en su
comprensión.
Comprenderá quizá las cosas de la Tierra, pero los misterios del universo se le escaparán. Diréis: «Sí, pero comiendo y bebiendo también se alimenta el cerebro.» Es verdad, pero solamente su parte menos sutil. Pues el cerebro, que es un órgano jerarquizado, está constituido por varias zonas: unas contienen centros que permiten manejar las realidades del mundo material e intelectual, pero otras contienen centros capaces de entrar en relación con las realidades del mundo espiritual, del mundo divino. Si aprendéis a alimentar vuestro cerebro con este elemento sutil que es la luz, los resultados serán diferentes.
Comprenderá quizá las cosas de la Tierra, pero los misterios del universo se le escaparán. Diréis: «Sí, pero comiendo y bebiendo también se alimenta el cerebro.» Es verdad, pero solamente su parte menos sutil. Pues el cerebro, que es un órgano jerarquizado, está constituido por varias zonas: unas contienen centros que permiten manejar las realidades del mundo material e intelectual, pero otras contienen centros capaces de entrar en relación con las realidades del mundo espiritual, del mundo divino. Si aprendéis a alimentar vuestro cerebro con este elemento sutil que es la luz, los resultados serán diferentes.
La tradición refiere que un día Zoroastro preguntó al dios
Ahoura Mazda cómo se alimentaba el primer hombre y Ahoura Mazda le respondió:
«Comía fuego y bebía luz.»
Diréis: «Sí, pero para reemplazar todas nuestras viejas partículas, quizá hagan falta siglos.»
No, podéis acelerar esta transformación con la intensidad de
vuestro amor. Cuanto más améis la luz, más la atraeréis hacia vosotros.
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