Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
Mis primeras palabras sobre este
tema serán de índole enteramente preliminar. Trataré de sentar las bases para
encarar, en forma algo distinta -y bastante más esotérica- la ciencia de la
astrología. Me referiré a algunas cosas que probablemente podrán ser
calificadas por los astrólogos académicos y sin inspiración, como
revolucionarias y erróneas, improbables o indemostrables. Sin embargo, la
astrología no ha demostrado todavía realmente su valor al mundo del pensamiento
y de la ciencia, a pesar de los muchos éxitos definidamente demostrables.
Por lo tanto, pediré a quienes
leen y estudian esta parte del Tratado sobre los Siete Rayos, que tengan en
cuenta el comentario anterior y estén dispuestos a considerarlo como hipótesis,
esforzándose por analizar la teoría o sugerencia, y por comprobar las
conclusiones a que se ha llegado en pocos años. Si pueden hacerlo, sobrevendrá
un despertar de la intuición que convertirá a la astrología moderna en algo de
mucha importancia y significación para el mundo. La astrología intuitiva
reemplazará eventualmente a lo que hoy se llama astrología, retornando de este
modo al conocimiento de esa antigua ciencia que relacionó las constelaciones y
nuestro sistema solar, atrajo la atención sobre la naturaleza del zodíaco e
informó a la humanidad sobre las interrelaciones básicas que rigen y controlan
los mundos fenoménico y subjetivo.
Tres Afirmaciones Básicas
La afirmación hecha frecuentemente de que la astrología es una ciencia
exacta, a pesar de las muchas computaciones matemáticas, está lejos de serlo.
Lo curioso es que está basada en la ilusión, y como bien saben, el zodíaco
sólo es el recorrido imaginario del sol a través de los cielos, desde el punto
de vista de nuestro insignificante planeta. El sol no está en ningún signo del
zodíaco, sino simplemente parece estarlo al pasar entre nuestra pequeña esfera
-la Tierra- y las constelaciones, en cualquier estación o tiempo determinado.
Antiguamente se creía que la Tierra
era el centro del sistema solar, y que alrededor de ella giraban el sol y los
demás planetas. Ésta era la posición y conocimiento exotérico, no la
comprensión esotérica. Posteriormente, cuando nuevos descubrimientos trajeron
mayor luz a la mente humana, nuestro planeta fue descentralizado y la verdad
fue vista con mayor claridad, aunque todavía queda mucho por descubrir, lo cual
podría ser hasta de naturaleza revolucionaria. Sobre esta teoría, concerniente
al zodíaco, se apoya ampliamente lo que denominamos la Gran Ilusión. Quisiera
que recuerden esto al estudiar juntos las nuevas formas de encarar la más
grande y antigua de todas las ciencias. La astrología es una ciencia que debe
volver a su original belleza y verdad, para que el mundo pueda obtener una
perspectiva más veraz y una apreciación más justa y exacta del Plan divino, tal
como es expresado en la actualidad por medio de la Sabiduría de las Edades.
La segunda afirmación que quisiera
hacer es que en la actualidad la astrología es esencialmente la más pura
presentación de la verdad esotérica en el mundo, porque es la ciencia que trata de las fuerzas
y energías que condicionan, rigen y actúan a través del espacio, y sobre él y
todo lo que en éste se encuentra. Cuando sea captado este hecho, cuando el
origen de esas energías sea mejor comprendido y la naturaleza del espacio correctamente captada, tendremos un horizonte más amplio
y más íntimamente relacionado.
Quisiera presentar un cuadro más
verdadero y exacto. Esto es posible ahora porque la percepción, la relación y
la integridad grupales, comienzan a ocupar un lugar prominente en la conciencia
humana. A medida que esto sucede, la personalidad, que es individualista,
separatista y autocentrada, retrocederá acrecentadamente a segundo término, y
el alma que posee conciencia grupal y es incluyente y no separatista, irá
destacándose cada vez más. En consecuencia, desaparecerá gradualmente el
interés por el horóscopo individual, y el cuadro planetario universal y del
sistema ocupará un lugar prominente en la conciencia del individuo. El hombre
se considerará a sí mismo como parte integrante de un todo mucho más
importante, y se interesará más por el grupo mundial, que de sí mismo, como
individuo.
Ante todo me esforzaré por
demostrarles esa unidad omnipenetrante y esa síntesis subyacente, base de
todas las religiones y de las innumerables fuerzas trasmitidas, y trataré de
apartarlos, como individuos, del centro de su propio escenario y conciencia
-sin privarlos de su propia individualidad e identidad- y sin embargo les
demostraré que son parte de un todo mayor, que podrán percibirlo conscientemente
cuando puedan actuar como almas, de lo cual hoy son inconscientes o sólo
registran y sienten la realidad interna en la cual viven, se mueven y tienen su
ser.
Esto me lleva a la tercera
afirmación, la cual es tan básica y fundamental que les pediría se detengan a
considerarla, aunque no capten plenamente todas sus implicaciones. La Sabiduría
Antigua enseña que “el espacio es una entidad”. La astrología esotérica se
ocupa de la vida de esta entidad y de las fuerzas y energías, los impulsos y
los ritmos, los ciclos, el tiempo y las estaciones.
Por lo tanto, la astrología
esotérica trata de la Vida y las Vidas, que animan los “puntos de luz” dentro
de la Vida universal. Constelaciones, sistemas solares, planetas, reinos de la
naturaleza y el hombre microscópico, son el resultado de la actividad y la
manifestación de la energía de ciertas Vidas, cuyos ciclos de expresión y sus
infinitos propósitos, están fuera de la comprensión de las mentes más avanzadas
e iluminadas de nuestro planeta.
Extraído del libro del mismo título de Alice A. Bailey
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