Aportado por: Sylvie
Hace poco mi amigo Fran, me regaló un libro: LA ABEJA DEL REY SALOMÓN,
de Mario Satz.
Desde hace años él y yo trabajamos los conceptos de las rosas y las
abejas. ¡Cuánta belleza hay en una rosa! ¿Pero acaso hay más belleza en la rosa
roja aterciopelada que en la anaranjada apasionada? No, la primera jamás
conseguirá arrebatar los encantos de la segunda y viceversa. Y así deben de ser
las cosas, la inmensa riqueza de nuestro mundo se basa en ello.
COMPARTIR…
En el compartir, siempre salimos beneficiados, ya que el que da recibe.
La rosa por su manera de ser, está bien anclada en la tierra, no se puede
mover, no puede ir más allá del lugar que le ha tocado vivir cuando nació, por
lo tanto aprendió a desarrollar el mundo de los sentidos, regala literalmente
sentidos al mundo: el de la vista, del olfato, del gusto, del tacto, de la inspiración… Ella literalmente ES y no
se preocupa por aparentar, por ser de interés.
Es la mente del ego, la que intenta atrapar a presas para vivir de sus
energías, porque desconoce en realidad su propio potencial, o lo intuye pero se
siente tan imperfecta que no acepta poder alimentarse de otros dones que no son
suyos y que hermanas y hermanos estarían dispuestos a entregársele sin nada a
cambio. El ego debe estar por encima de los demás egos.
La abeja es humilde, sabe que no lo posee todo, no lo sabe todo y
decide salir en busca de alimento ajeno. La abeja representa la parte de
nosotros que no se avergüenza reconocer que no sabemos y que necesitamos
escuchar y recibir conocimientos de otras personas. La abeja es la que sabe oír
y también escuchar, intuye donde está el preciado alimento y se mueve, tiene
una antena interior que no le falla y responde a la llamada de la flor, más
bien de todas ellas. Siempre habrá una flor que tendrá algo, de lo que
carecemos y será una bendición de Dios. En el intercambio, tanto la flor como
la abeja, se fecundarán y de parte de esta fecundación saldrá la miel, con la
que nosotros, los humanos, nos deleitaremos.
No debemos forzar
nada, a veces toca tiempo de quedarnos donde estamos, de no movernos y si es
imprescindible para nuestra alma aparecerá aquella persona con la que tendremos
un intercambio de ideas o experiencias. A veces el corazón nos empujará a
salir, no nos dejará en paz y si nos quedásemos parados, moriríamos.
El libro “La Abeja del Rey Salomón”,
narra las sabias conversaciones de una abeja con el monarca. En este caso la inteligencia
la detiene la abeja y enseña a un rey humilde, que sabe escuchar. Este libro,
estas conversaciones entre un animal – supuestamente inferior – y un rey –
supuestamente superior, me recordó otro que leí el año pasado: MAYA de Jostein
Gaarder, en el que un lagarto - supuestamente la consciencia del protagonista -
conversa con un científico en busca de respuestas sanadoras sobre su vida e
intentos por conocer a la doble de la
Maja desnuda de Goya: MAYA.
Maya es el mundo de las ilusiones, el mundo del Ego. El mundo material,
es el mundo de las ideas hechas realidad, pero sigue siendo un mundo de
fantasía y por lo tanto irreal. Y yo os digo: ¿Mientras estamos viviendo en
este mundo teatral que todos hemos propiciado, por qué no inventar uno que nos
guste a todos?
Este sueño hecho realidad sólo se podrá conseguir si compartimos nuestros dones sin envidiar nada de nadie, sin
celos, sin ego, sin uso de poder, sin codicia, sin vanidad… Debemos
aprender a unir Cielo y Tierra, dejar que vengan las abejas y fecunden los
frutos de la tierra: sus flores, y juntos haremos un mundo lleno de dulces y
sabrosas mieles.
Si quieres leer más...http://eivlys.blogspot.com
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