Jorge Oyhanarte:
Ve por la vida manso,
ve apacible y sereno,
con ese trato amable
que tiene un hombre bueno.
Y en vez de ser el río
que va arrasando todo,
sé como ese arroyuelo
que acaricia a su modo.
Porque el manso, el tranquilo,
el que no da pelea,
¡tiene ganado el Cielo…,
aunque aún no lo vea…!
Y que no te preocupe
el cuidar “tu buen nombre”,
¡que no por ser más suave
vas a ser menos hombre!
¿O acaso no acaricias
con dulzura a tu cría…?,
¡y eso no disminuye
para nada tu hombría!
Que el poder verdadero
no está en la reciedumbre…,
¡está en que la ternura
se te vuelva costumbre!
Y en tratar a los otros
con amabilidad,
¡porque todos formamos
una sola hermandad!
Y si hicimos del mundo
un territorio insano…,
¡el mundo hoy necesita
de tu ternura, hermano!
ve apacible y sereno,
con ese trato amable
que tiene un hombre bueno.
Y en vez de ser el río
que va arrasando todo,
sé como ese arroyuelo
que acaricia a su modo.
Porque el manso, el tranquilo,
el que no da pelea,
¡tiene ganado el Cielo…,
aunque aún no lo vea…!
Y que no te preocupe
el cuidar “tu buen nombre”,
¡que no por ser más suave
vas a ser menos hombre!
¿O acaso no acaricias
con dulzura a tu cría…?,
¡y eso no disminuye
para nada tu hombría!
Que el poder verdadero
no está en la reciedumbre…,
¡está en que la ternura
se te vuelva costumbre!
Y en tratar a los otros
con amabilidad,
¡porque todos formamos
una sola hermandad!
Y si hicimos del mundo
un territorio insano…,
¡el mundo hoy necesita
de tu ternura, hermano!
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